Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.
Efesios 6:4.
David dejó cinco lecciones a sus hijos. Enseñanzas que todo padre de familia debe compartir con sus
descendientes. A pesar de sus múltiples actividades y constantes compromisos, el rey David tomó el tiempo
necesario para hacer saber a los suyos reglas de conducta y principios, así como actitudes correctas en la vida.
Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os instruiré (Salmo 34:11).

  1. La lección de la moralidad. ¿Quién es el hombre que desea vida, que busca muchos días para ver el bien?
    Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y corre
    tras ella (Salmo 34:12–13).
    David les instruye sobre la importancia de guardar la lengua. Nuestros hijos deben aprender a hablar con
    prudencia, a decir palabras que animen y fortalezcan a otros, a expresar testimonios que exalten las maravillas
    de Dios. Nuestros pequeños deben comprender que una lengua maliciosa destruye y acaba con el amor y la
    amistad.
    Por otra parte, en calidad de padres, no olvidemos señalarles que la adulación es extremadamente peligrosa y
    reprobada por Dios. Cuando nuestros hijos tengan presente que el Señor castiga a los que mienten, se
    conducirán con verdad. La lengua mentirosa es contada entre las siete cosas aborrecidas por el Señor
    (Proverbios 6:16–19). La mentira es parte del viejo hombre y no del nuevo creado en Cristo.
  2. La lección de la piedad y una constante creencia en la vigilancia de Dios. Los ojos de Jehová están sobre los
    justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos (Salmo 34:15).
    El rey de Israel hace saber a su familia que la mirada del Señor está pendiente de todo, como los padres que no
    pierden de vista a sus hijos pequeños a fin de preservarles de todo mal y ante cualquier grito de dolor o peligro
    accionan para defender, así también el Todopoderoso nos vigila para cuidarnos.
    Nuestra familia debe llevar la convicción en su alma de que el Señor cuida nuestro andar y vela nuestro sueño.
    Él es autosuficiente para socorrernos y se interesa en nuestro bienestar. Dios tiene por costumbre prestar
    atención personalizada a fin de no abandonar a ningún creyente. El Dios Todopoderoso a quien servimos está
    dispuesto a librarnos de problemas, angustia y dolor. Dios tiene total disposición para ayudar a los que confían
    en él.
  3. La lección de la maldad del pecado. La ira de Jehová está contra los que hacen el mal, para cortar de la tierra
    la memoria de ellos. Claman los justos, y Jehová oye, y los libras de todas sus angustias (Salmo 34:16–17).
    Con toda firmeza, David señala que el Señor a los que actúan con ventaja. El Señor quebranta a los injustos y
    humilla a los soberbios.
    La palabra de Dios enseña que el Señor utiliza diversos medios para castigar al que hace el mal. La desobediencia
    ante el Creador siempre traerá consecuencias lamentables. Quienes aprenden a amar a Dios y se esfuerzan por
    vivir conforme a su Palabra, todas las cosas les ayudan para bien.
    Cuando el salmista hace referencia a la ira de Dios, la señala encaminada únicamente contra los que hacen el
    mal. El Eterno aplica castigos que hacen volver al hombre a una conciencia que le permite reconocer sus
    limitaciones.
  4. La lección de la necesidad de un corazón quebrantado. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
    y salva a los contritos de espíritu (Salmo 34:18).
    El quebrantamiento del corazón es una condición de la verdadera intimidad con Dios. A los orgullosos o altivos
    el Señor los mantiene alejados. Cuidemos que ninguno de nuestros hijos asuma la actitud de sentirse superior
    a otros y que mucho menos muestre desprecio hacia los demás, creyéndose mejor que sus hermanos o sobre
    quienes le rodean.
    El salmista les hizo ver a sus vástagos la bendición de ser portadores de un corazón humilde. Enseñemos con
    toda firmeza que los altivos, arrogantes o estirados se ganan el desprecio de otros y pierden el favor de Dios. El
    Señor no soporta a los orgullosos, tarde o temprano tendrán su castigo (Proverbios 16:15).
  5. La lección de la bendición de ser un hijo de Dios. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo
    librará Jehová. Él guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado. Jehová redime el alma de sus
    siervos, y no serán condenados cuantos en él confían (Salmo 34:19–21). Conviene que nuestros hijos entiendan
    que cuando no somos librados de las aflicciones, el Señor mismo, a través de ellas nos librará. Dios hará que los
    problemas tengan utilidad para nuestro bien y en medio de la adversidad conoceremos la fidelidad de Dios.
    Las aflicciones permitidas por el Señor en nuestra vida traerán resultados favorables. Cuando Dios no te libra
    del horno de fuego, es porque entrará al horno contigo. Si Dios está con nosotros, ningún mal nos hará daño. Y
    no serán condenados cuantos en él confían.
    Oremos: Padre gracias por la oportunidad de ser padre y poder hacer y dar una buena representación tuya con
    mis hijos; ruego que tu gracia me dirija, para dirigir a mis hijos; en Cristo Jesús, amen, amen.