Te bendeciré, … y serás bendición … y serán benditas en ti todas las familias de la
tierra. Génesis 12:2–3
Abraham es una figura dominante del Antiguo Testamento, y es el primero de los tres grandes
patriarcas o padres fundadores del pueblo del pacto de Jehová. Además de la promesa de darle
tierra y descendencia a Abraham, Dios le prometió en términos más amplios darle su bendición,
hacer de él una bendición para otros, y por medio de él (es decir, por medio de su descendiente,
el Mesías) bendecir a todas las familias de la tierra.
No es exagerado decir que el resto del Antiguo Testamento, e incluso el resto de la historia
humana, ha sido el cumplimiento de estas promesas. Consideremos el argumento de Pablo.
Debido a que Dios hizo sus promesas a Abraham y a su simiente (en singular), el uso de este
sustantivo colectivo hacía referencia a Cristo y en consecuencia a todos los que estamos unidos
a Cristo por la fe. Porque si pertenecemos a Cristo, entonces somos la descendencia de Abraham
(Gálatas 3:16, 29).
El apóstol avanza y contrasta las palabras ‘maldición’ y ‘bendición’, o más específicamente, ‘la
maldición de la ley’ y ‘la bendición de Abraham’. ‘Cristo nos redimió’, escribe, ‘de la maldición de
la ley [es decir, de la condena que la ley pronuncia sobre aquellos que la desobedecen], hecho
por nosotros maldición … para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles’ (Gálatas 3:13–14). Él llevó sobre sí la maldición para que nosotros pudiéramos heredar
la bendición.
La promesa de Dios de bendecir al mundo por medio de la simiente de Abraham es el fundamento
del emprendimiento misionero cristiano. Debemos seguir compartiendo el evangelio tanto con
judíos como con gentiles hasta que el incontable número de los redimidos sea reunido de cada
nación y lengua, y sea tan numeroso como las estrellas en el cielo y el polvo de la tierra. Solo
entonces se habrá cumplido plenamente la promesa de Dios a Abraham.
Oremos: Padre siempre confiare en tus promesas, en ella encuentro tierra firme y frutífera donde
habitar. Todas ellas son en ti si y en ti amen. Gracias en Cristo Jesús amen.