Éxodo 3:4-5; Josué 5:13-15: Dios se le apareció a Moisés a través de una zarza ardiendo y dijo: «Moisés, quítate los zapatos». Y Moisés se sacó las sandalias. Las sandalias simbolizaban el caminar de Moisés, todo lo que había caminado en sus ochenta años de vida; cuarenta años había vivido en Egipto y cuarenta años en el desierto. O sea, le estaba diciendo: «Moisés, te estoy mostrando una zarza, pero necesito darte algo nuevo y que te quites todo lo viejo, lo que aprendiste en Egipto y en el desierto». Si Dios te va a dar algo nuevo, tiene que sacar primero lo viejo. El gran problema es nuestra vieja mentalidad. «Quítate las sandalias». El problema de Moisés es que se sacó las sandalias, tuvo una experiencia con Dios y volvió a ponérselas para seguir. Mucha gente viene a la iglesia, se saca sus sandalias, ve algo nuevo de Dios y cuando sale, se pone otra vez la vieja mentalidad. A otros les dura un poco más porque la mentalidad vieja la cargan cuando llegan a sus casas y siguen pensando como siempre. “Dios te pedirá que saques todo lo que aprendiste en el desierto y en Egipto”. Moisés guió al pueblo sólo hasta el desierto, el lugar donde vio la zarza y oyó hablar a Dios. No podrás llevar a la gente más lejos de la revelación que has tenido, cambia tu calzado (mentalidad) y ve por más. El gran desafío es cambiar la mentalidad.
Nuestra mentalidad de santo: Cuando éramos católicos íbamos los días 7 a la iglesia; visitábamos a la virgen, besábamos a todos los santos o imágenes. Los cristianos hacemos lo mismo, pero al revés: «¿Quién viene?, Pedro el que saca espíritu. Entonces voy.» «Tengo que estar porque viene Pedro el que saca espíritu.» Personas que solo se ocupan de Dios cuando van al templo 1 o dos veces al mes porque es «La Santa Cena»; antes iban a la Desata nudos, ahora cuando viene un predicador famoso, porque no cambió su mentalidad.
Mentalidad de diablo: «El diablo acá», «el diablo allá», «el diablo me ataca». Ve al diablo por todos lados y hemos enseñado que el diablo está vencido y la autoridad está en usted. ¡Deja los zapatos!
Mentalidad de pobreza, de mediocridad: Todo lo mediocre, todo lo de cuarta es para el Señor. Tenemos mente de mediocridad, lo hacemos así nomás, «total es para la gloria del Señor».
La mentalidad de sufrimiento: Enseñamos que Dios no manda muerte, ni enfermedad, ni un cáncer; y cuando viene una enfermedad escuchamos: «Este cáncer me lo mandó el Padre». Porque volvió a ponerse los zapatos viejos.
Mentalidad de Rito: El lenguaje del convento, lenguaje evangélico. «Vamos a leer una porción de la Palabra», «Dios añada sus más ricas bendiciones a la porción de su Palabra» (¿Una porción de qué? ¿De muzzarella?) «Para que podamos propagar el Evangelio y el ósculo santo que nos caracteriza en esta atmósfera de koinonía, todos los diáconos…. Dios bendiga esta porción» ¡Hablamos como Reina Valera 1960! Por eso nadie nos entiende cuando hablamos de éxito, de sueños, de metas.
La mente de miedo: Todo da miedo, todo es peligro.
Mentalidad de opinión y gusto: Alguien me dijo si vas a orar, tiene que ser de frente al púlpito, de lo contrario le estas dando la espalda a Dios. Nos pusieron una mentalidad de rito, de opinión, de gusto: «Me gusta» o «No me gusta».
El desafío del cambio de mentalidad: Hasta que no cambies la mentalidad, nada nuevo del Señor vendrá. Cuando Dios me pide que deje algo, es para siempre. Si Él me muestra su gloria es porque me acompañará todos los días de mi vida y todo lo viejo quedará fuera de mí.