Aunque es benditamente cierto que Dios es «grande en misericordia» (Sal 86:5), el título “Padre de misericordias” da la idea de que es tu Padre sumamente misericordioso. Connota también que estas misericordias surgen de su naturaleza y son, por tanto, un fruto y deleite suyo. Los hebreos utilizaban la palabra padre para aludir al autor o primera causa de cualquier cosa; en este sentido a Jabal se le llama “padre de los que habitan en tiendas” y a Jubal “padre de todos los que tocan arpa y flauta” (Gn 4:20–21), es decir, el autor o fundador de estas cosas.

Por la misma razón, a Dios se le llama “Padre de los espíritus” (Heb 12:9) porque es su creador. En Santiago 1:17 se le menciona como «Padre de las luces” puesto que es autor de todos los dones que proceden de lo alto. En este versículo hay una manifiesta alusión al sol, que es autor y dador de la luz a todos los planetas y puede por tanto llamársele “padre” o primer original, de la luz de la tierra. A Dios se le llama adecuadamente “Padre de misericordias” porque sin él no existiría ninguna de nuestras misericordias. Dios mantiene la misma relación con sus misericordias que un padre con sus queridos hijos.

Por ello hay al menos tres razones por las que, en este versículo, a Dios se le designa como “Padre de misericordias”. En primer lugar, como “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” lo es para nosotros; por tanto, en este texto, Pablo tiene en mente las misericordias del pacto. En segundo lugar, a Dios se le llama “Padre de misericordias” para expresar que está tan lejos de escatimarnos que estas misericordias se consideran sus hijas, procedentes de su naturaleza y, por tanto, su deleite (Mi 7:18).

En tercer lugar, Pablo usó este título por su pertinencia para el caso de los corintios. Fue su misericordia la que movió a Pablo a tratar tan fielmente con ellos en su primera carta, porque —aunque no nos demos cuenta de ello y, menos aún, lo valoremos— es una gran misericordia que Dios nos reprenda por nuestras faltas en lugar de abandonarnos. Otra señal de misericordia es que hizo que los corintios se sintieron tocados por la reprensión de Pablo; porque si Dios no interviene para que nos perturben, nosotros ignoramos las más fieles amonestaciones.

Solo en su luz podemos ver realmente cómo somos. Fue otra de sus misericordias lo que ocasionó en ellos la tristeza según Dios que les llevó, a su vez, a lamentar sus pecados y corregir sus errores; es la bondad de Dios la que nos lleva al arrepentimiento (Ro 2:4).

Oremos: Padre Permíteme entender y valorar tu misericordia, en Cristo Jesús. Amen, amen.

Ps. Cáceres