Deseamos dedicarles estas reflexiones a las familias en este mes de mayo, por varias
razones; dos de ellas son: El día de las madres y el día de la familia.
¿Cuáles son las razones convincentes para restaurar la adoración en familia en nuestras
iglesias? Y lo que es más importante, ¿por qué deberías establecer la adoración en familia
en tu propio hogar? A continuación, hay cuatro razones:
- Somos mayordomos de los dones de Dios
El salmista dice que los niños son, literalmente, regalos del Señor para nosotros (Salmos
127:3). Esto explica porque Dios condena al pueblo de Jerusalén en tiempos de Ezequiel
cuando sacrificaban sus hijos a los ídolos. Haciendo esto estaban destruyendo la
propiedad preciosa del mismo Dios. Fíjate en esto:
Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los
sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones, para
que degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como ofrenda que
el fuego consumía? –Ezequiel 16:20, 21
No olvides esta verdad importante: Nuestros hijos pertenecen a Dios, y nosotros somos
los mayordomos nombrados por Dios de sus almas eternas. Seremos responsables por lo
que hagamos con los hijos que Él ha puesto a nuestro cargo; es decir, debemos usar todos
los medios que Dios nos ha proporcionado para alcanzarles con el evangelio de nuestro
Señor Jesucristo.
Tales esfuerzos estarán siempre acompañados de un sentimiento de responsabilidad
espiritual en perpetuar la fe en la siguiente generación (Salmos 78:1–8; Romanos 14:7). El
profesor Neil Postman captura maravillosamente dicha perspectiva cuando dijo, Los niños
son mensajes vivientes que enviamos a un tiempo que no veremos.
El deseo de nuestro corazón para nuestros hijos debe ser como el de Pablo para
los gálatas, a los cuales él llama “hijitos míos por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros.”
Es únicamente Dios el que nos concede, por un breve periodo de tiempo, este puesto de
asistente, con la esperanza que seremos buenos ayudantes de estos preciados regalos, y
que los instruiremos en un ambiente influenciado por el evangelio para que le conozcan a
Él, y así darle a conocer al mundo, incluso en las generaciones futuras (Salmos 22:30). Es
de esta manera que Dios tiene la intención que propaguemos Su reino de generación en
generación, principalmente a través de familias piadosas (Malaquías 2:15).
El deseo de nuestro corazón para nuestros hijos debe ser como el de Pablo para los
gálatas, a los cuales el llama, hijitos míos por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto
hasta que Cristo sea formado en vosotros (Gálatas 4:19). Pablo esta hablando aquí de los
que están en la iglesia – aquellos que escuchan la palabra de manera regular. Deberíamos
ser como Pablo, estar ejercitados hasta el punto de experimentar dolores de parto, hasta
que veamos a Cristo formado en nuestros hijos.
Si Cristo es nuestra vida, se sigue que en cada aliento que Dios nos da, nuestro propósito
será traer a Cristo a nuestros hijos mediante nuestras vidas y nuestras palabras (Hechos
13:36; Salmos 78:1–8; Malaquías 2:15). Las Escrituras son claras: no debemos vivir
solamente para nosotros (Romanos 14:7–9) sino también para las generaciones por venir
(Salmos 102:18).
